La rutina familiar suele ser un Tetris de actividades y compromisos, pero cuando llega diciembre se suman los eventos de todo tipo, que pueden ser disfrutables y consagradores de un año de esfuerzo o pueden convertirse en una sobre exigencia que altera nuestro equilibrio emocional.
Se lo conoce como «el síndrome de diciembre» y se refiere a la superposición de distintas clases de estrés que se acumulan durante todo el año hasta llegar a su pico en el mes de las fiestas. Es habitual y le sucede a muchas personas, pero lo más importante es que pasado este mes -si sobrevivimos- esa sensación abrumadora desaparece.
¿Cómo encararlo?
Primero y principal, es importante detenernos y registrar lo que nos pasa: los dolores físicos, la bruma mental y los diferentes sentimientos como la ansiedad, el estrés, la angustia y la sensación de desborde son señales que debemos reconocer y validar.
Seamos conscientes de que la necesidad de resolver lo que se nos presenta no tiene que impedir que nos cuidemos a nosotros mismos. Además, es importante aprender a decir que no, en vez de aceptar sin cuestionamientos y sobrecargarnos de pendientes que pueden agregar angustia, irritabilidad y estrés innecesarios.
La validación de este tipo de sentimientos nos lleva al tercer punto: buscar ayuda. Todos los integrantes de la familia pueden colaborar para que el peso de la organización y la planificación no recaiga en una sola persona. Usar un calendario en común ayuda a visualizar los días complejos y prever las necesidades de cada evento para no dejar todo para último momento y poder repartirse las responsabilidades como equipo.
También es fundamental hacer el esfuerzo necesario para no abandonar los hábitos saludables de sueño durante la noche, de alimentación, actividad física y tratar de evitar los excesos. Sumar ejercicios de respiración, meditación y estiramiento puede llevar 5 minutos y marcar una diferencia notable. Los especialistas las llaman “pausas activas”, que podemos pensar como puntos de fuga para todo ese estrés: tirarte en la cama a mirar algo que te distraiga, hacer una siesta, salir a caminar o leer un libro, aunque más no sea por 20 minutos, le da aire a nuestro cerebro y nos ayuda a ser más eficientes y a rendir mejor.
En Sensorial te ofrecemos rutinas sencillas para arrancar el día, plantas naturales para un mejor descanso y, por supuesto, los mejores colchones del mercado para que puedas hacer una siesta reparadora, que descanses plenamente durante la noche y que arranques el nuevo día con todas las pilas.
Este es un momento en el año para encontrarse con uno mismo y con los afectos, y no para correr por las exigencias de los demás: Más valen 20 minutos de siesta que un check en la lista de otro.
*El autor es químico de profesión, desarrolla y emprende en Sensorial Colchones